Las emociones. Todos tenemos todas.
Se contagian, se sienten, te limitan o te posibilitan. Sin embargo, lo que nos quieren decir cada una de ellas, solo le pertenece a la persona que la siente. Detrás de una emoción hay un juicio, un pensamiento, una creencia, que es lo que nos dispondrá a la acción.
Cada emoción nos trae un mensaje y parte de la inteligencia emocional, es identificar esa emoción, gestionarla y entenderla para que me ayude a conseguir mis objetivos. No creo que nunca haya que anular o reprimir una emoción, sino gestionarla y pilotarla. Conocerlas y sentirlas, es el primer paso.
Hoy hablo de la rabia.
La rabia. El pensamiento que está detrás: sentimos que se ha cometido una injusticia, que nosotros somos la víctima y que hay un culpable que tiene que pagar. Un culpable que puede tener rostro y nombre o bien la propia vida, o la sociedad o nuestro pasado…Para salir de la emoción de la rabia, se trabaja con el perdón. Para perdonar hay que aceptar. También se puede trabajar emitiendo una queja o un reclamo a esa otra persona a la que hacemos responsable.
Es importante indagar en qué nos dice ese pensamiento de injusticia. Preguntarnos si realmente el otro es del todo responsable de lo ocurrido? Permito que los demás se equivoquen? Me permito equivocarme? Cuando uno desecha determinados aspectos en uno mismo, generalmente también los desechará en los demás. A veces hablar con ese otro, hacerle un reclamo o una queja, ayuda a desatascar la emoción reprimida de la rabia. Si no se quiere romper la relación con ese otro, es importante escuchar nuestras conversaciones y nuestro cuerpo. Cómo hablamos? Cómo escuchamos? Cómo nos movemos en nuestra conversación?
Cuando nuestra respuesta a la plena responsabilidad del otro es que sí, entonces trabajo con el perdón. Perdonar es un acto de liberación personal. Perdonar por uno mismo. Perdonar no es permitir que te hagan cualquier cosa. La acción de poner límites es un acto de dignidad y respeto hacia uno mismo.
A veces, cuando pensamos que el daño es irreparable, la persona puede decidir romper con ese otro sistema (persona, grupo, empresa..). No obstante, la ruptura sin perdón, no tiene el mismo efecto. Se arrastran perdones pendientes.
Cuando empiezo a deshacerme de la rabia, empiezo a recuperar la confianza. La verdadera fuente de confianza está dentro de cada uno.
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