15 May
15May


El miedo, como cualquier otra emoción, nos trae un mensaje. Cada uno vive la emoción de una forma distinta, pero es importante tener en cuenta qué nos quiere decir esa emoción. Indagar en el pensamiento o creencia que está detrás. Para trabajar la emoción, hay que tomar consciencia de lo que pienso y lo que siento en ese momento.

Como en varias ocasiones hemos visto, las emociones son contagiosas. Por ello, también hay que analizar si lo que siento se ve acrecentado por el ambiente o contexto en el que me encuentro. Las organizaciones son espacios repletos de emociones, y que no siempre podemos cambiar, pero sí podemos trabajar con cómo las vivimos y las gestionamos cada uno. Para esto es importante aislarse de ese entorno, pararse a reflexionar, e identificar si es una emoción que me acompaña en las diferentes facetas de mi vida o está acotada a mi entorno laboral.

Si identifico que es mi entorno laboral el que me genera esta emoción, y que generalmente se vive con malestar y limita mi forma de actuar, una buena forma de comenzar la indagación es hacerme preguntas. A qué tengo miedo? Qué temo perder? Tengo miedo a algo o a alguien? Cuando tenemos miedo pensamos que no tenemos los recursos necesarios para afrontar una situación, entendemos que se produce un desequilibrio entre uno mismo y la situación. También puede darse junto a esta emoción, la tristeza. Si además ponemos el foco en la situación y no en uno mismo, vivimos un sentimiento de injusticia, pensamos que no nos lo merecemos y a veces, como fruto de estos pensamientos encadenados, surge la rabia. Con todo esto, entramos en bucle y no sabemos cómo salir.

Por ello, el primer paso, tras hacerme preguntas, es identificar las emociones que siento. Éstas nos limitan o posibilitan en la acción. Continuando en la indagación, pueden ayudar preguntas como: Qué pasaría si se produce lo que tengo miedo? Si ese miedo lo identifico con una o varias personas, qué pienso cuando estoy con ellos? A veces, cuando uno identifica su miedo como resultado de su relación con otro u otros, puede creer que es la otra persona la responsable, sin embargo, la emoción le pertenece a quien la siente. Nosotros no podemos cambiar a los demás, pero sí la percepción de cómo vivimos nuestra relación con otros.

A lo largo de mi experiencia he visto como en ocasiones muchos de nuestros miedos vienen por nuestros prejuicios y juicios que adjudicamos al otro, “…me está mirando así porque está pensando esto o lo otro.., estoy seguro que no me ha dicho esto porque no confía en mí…, …haga lo que haga me dirá que no está bien…”.  Nos hemos parado a pensar cuánto de responsable es esa otra persona? He hecho o dicho algo que pueda haber generado esta situación? Me hago responsable de mis actos y mis mensajes? Una forma eficaz de romper los pensamientos o creencias limitantes es la comunicación, tanto la que establecemos con otros como la que genero con mi lenguaje verbal y el no verbal. Analizo lo que proyecto en mi relación con otros? Si no confío en mí, ni en los demás, de verdad puedo generar compromiso y confiabilidad en mi entorno?

Todas las personas buscamos de una u otra forma el reconocimiento a nuestro alrededor y al tener miedo, sentimos desconfianza en nosotros mismos y por consecuencia en los demás. Esa desconfianza no nos deja mostrar lo mejor de nosotros mismos, ni dejamos espacio a los demás para que se puedan mostrar. Confío en mí, confío en ti y me hago confiable en mi entorno con mis actos y lenguaje.

El miedo es el principal cáncer en el desarrollo de la persona, no te permite avanzar ni crecer.

Si uno no lo trabaja, cabe destacar que nunca es tarde, puede pasar que no nos demos oportunidad a nosotros mismos de trabajar nuestra mejor versión. El desarrollo de la persona en el trabajo, así como en la vida misma, depende de uno mismo y de las posibilidades que se genere.


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