09 Mar
09Mar

¿Qué es eso del niño que llevamos dentro? 

Para mí es, en sí mismo, una esencia del ser. Una persona inocente que sigue sorprendiéndose de lo que cada día descubre en el mundo, que sigue con la curiosidad de saber más, de hacer más, de aventurarse a lo desconocido. En este sentido, este es quizás el elemento que más arraigado tenemos a lo largo de nuestra vida. Sin embargo, ser inocente en la etapa adulta está penalizado.  

Solemos esconder o incluso acallar este niño interior. Sin embargo, es el motor de la fuerza que nos hace mejorar, incluso emprender. Es el volver a soñar actuando. 

Nuestro niño interior perdona, confía, se emociona y su mirada limpia busca el amor en casi todo lo que hace. No se trata de hipotecar todo lo que hemos aprendido, sino de integrarlo con nuestras vivencias y nuevas formas de pensar para que se complementen. 

Nuestro niño no se preocupa por lo que debe ser, no invierte tiempo en las hipótesis de los síes, no juzga todo a su alrededor, desafía lo establecido, pide lo que quiere y da lo que puede. No se exige más hasta el punto de maltratarse, disfruta con lo que tiene alrededor y sonríe con autenticidad. Se lo cree.

Nuestro niño también confía. Se entrega por completo y deja a los demás su espacio. Para evolucionar estos aspectos fundamentales, es necesaria la confianza, si no confío en otros y antes, en mí mismo, no permito que los demás me muestren lo mejor de sí. Coarto su creatividad y resto su implicación e ilusión. Nuestro niño comparte y no sabe más que nadie.

paolaolmedo.com

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