La confusión, la inseguridad, los miedos, las ganas, la ambición, etc., son algunas de las emociones que nos pueden asaltar ante un nuevo reto, como es el de salir al mercado laboral a vendernos.
Nos cuesta ponernos en valor ante terceros? Y ante nosotros mismos?
Por mi experiencia al trabajar con jóvenes en su desarrollo personal, he visto que muchos de nuestros miedos vienen por los juicios que tenemos de nosotros mismos. Solemos, los jóvenes y los no tan jóvenes, encasillarnos en un ámbito, en una actividad, en un sector.., porque pensamos que es donde están nuestras competencias, donde somos más hábiles o sencillamente, porque nos decimos, yo valgo para esto, pero no valgo para eso otro.
Cuando en una entrevista de trabajo nos preguntan sobre cuáles son nuestros puntos fuertes y cuáles nuestras áreas de mejora, qué decimos? Lo que pensamos que somos? Lo que queremos ser? O lo que nos dicen los demás sobre nosotros?
Creo, desde la honestidad para con nosotros mismos, que es importante indagar antes en nosotros para ser conscientes de lo que queremos transmitir.
Para comenzar ese proceso de indagación, comienzo preguntándome dónde estoy y hacia dónde quiero ir? A cada uno le hará sentido una respuesta distinta. El que más sabe de nosotros mismos, es uno mismo. La clave es escucharnos. Escuchar nuestra esencia, no nuestro ego.
El ego es aquel personaje que hemos creado que nos dice lo que tenemos y no tenemos que ser. Es aquel que nos limita con sus juicios sobre la realidad y sobre lo que nos permitimos a nosotros y a los de nuestro alrededor. Por ejemplo, si mi ego me dice que yo soy el fuerte, mis juicios me dirán que no puedo ser débil y lo que es más, cuando me encuentro con una persona que considero débil, no la pondré en valor. Si mi ego me dice que la vida es dura, mis juicios me dirán que si no lo tengo difícil, no tiene valor, que si no se sufre, no es vida. Si mi ego me dice que no puedo equivocarme, mis juicios me dirán que si fracaso no seré nadie. Si mi ego me dice que puedo con todo, mis juicios me dirán que no es necesario pedir ayuda porque yo solo puedo.
Y con ello, actuamos en función de nuestros personajes y los juicios que ellos arrastran. A veces, incluso sin darnos cuenta, son los personajes los que viven nuestras vidas. Nuestros personajes no nos dejan ver nuestro yo más auténtico.
Una buena forma de identificar ese personaje, es preguntarme, qué me permito y qué no me permito? Qué característica común es la que no me gusta en los demás? Esto último, me trae como espejo, lo que desecho de mí, y con ello, mi ego construye el personaje que lo oculta. Por ejemplo, “no me gusta la gente egoísta”, la pregunta para uno mismo sería, me permito ser egoísta? …, tras una reflexión, buscando hechos y experiencias propias, si la respuesta es que efectivamente no me lo permito, entonces, ésa, sería una sombra. El personaje que esa sombra crea, sería la persona generosa que todo lo da (y que en ocasiones no se guarda nada para ella..y esto le hace sufrir).
A veces, los personajes también nos pueden ayudar en diferentes etapas de nuestras vidas. Sin embargo, si les damos toda la autoridad, sus juicios limitantes no me permitirán seguir creciendo como persona. Creo que siendo conscientes de ellos, podré valorar mejor dónde estoy y hacia dónde quiero ir?
Los personajes, los trabajo con la confianza, con la aceptación y con el perdón.
Confianza en mí y en los demás. Confiar en que las personas lo hacemos lo mejor que sabemos o que podemos, y si no es suficiente, tenemos la posibilidad de buscar ese conocimiento que nos ayude a seguir creciendo. Confiar, como cuando éramos niños, que somos capaces de todo aquello que nuestra esencia quiera ser. La clave del querer es la acción. Lo que se queda solo en la cabeza es una fantasía. Lo que pasa a la acción (tanto lo que digo, como lo que hago) se convierte en realidad.
Aceptar lo que hemos vivido. El pasado es un hecho cerrado. Lo que permanece, es nuestra interpretación de lo que pasó. Estuvo en nuestra mano cambiarlo? Puede ser que sí o que no. Me permito equivocarme? Permito que los demás se equivoquen? Yo tengo una forma de ver la vida y los demás tienen la suya. En función de nuestros aprendizajes, nuestras experiencias, nuestros juicios o creencias, nuestras expectativas, etc., tendremos una perspectiva u otra.
Aceptando, seremos capaces de Perdonar. Perdonar no significa necesariamente olvidar, sino es permitirnos ser libres del resentimiento que nos acarrea el no perdonar. Es cierto que hay experiencias que nos pueden marcar de por vida y el pasado no podemos cambiarlo. Pero si podemos hacer un acto de amor a nosotros mismos y dejar de lado esa rabia que me quema por esa injusticia que yo no me merecía. El que se hace libre es el que perdona.
Cuando empiezo a tomar consciencia de mis personajes y a trabajar aquellos que limitan mi verdadero yo, es cuando volveré a sentir mi fuerza como persona para transmitir quién soy, lo que quiero hacer y de lo que soy capaz.
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